Érase una vez, en un pueblo sin nombre, un joven que corría entre los callejones que se hacían entre las casas. Se le miraba alterado, los ojos saltones, pequeños pujidos salían de su boca y la velocidad con la que corría, lo hacían descuidado y torpe. Por más aterrado que se viese, nunca volteó hacia atrás. Nada lo perseguía, salvo aquellas ansias horribles que brotan en la piel cuándo el cuerpo intenta desechar aquellas deliciosas comidas. Varios esponjosos panecillos y algo de café con leche buscaban salir de su cuerpo por la vía acostumbrada pero la presión era tanta que sentía fuertes cólicos y ese horrible hormigueo que ocurre en la vejiga. Necesitaba evacuar.
Ningún lugar público abierto. Sentía que la marmota tenía ganas de ver su sombra, asomando ligeramente su cabeza fuera de su escondite. Usó toda su voluntad para aguantar. Aperladas gotas de sudor corrían ya por su rostro cuándo por fin divisó a unos cuántos pasos, una taberna abierta.
Corrió veloz a la entrada y soltó un grito al apenas cruzar el marco de la puerta.
- ¿¡Dónde está el baño?! - Detrás de la barra un señor de piel canela, y orejas perrunas limpiaba con sus delgadas manos un vaso de cristal.
- Primera puerta a tu izquierda... pero ¿Ya sabes cómo funciona? también no es que esté tan limpio que digamos. - ¡Era absurdo! Claro que sabía usar un baño. No era su culpa que el pueblo esté lleno de tantos animales que quizás algunos tenían problemas en usar un inodoro, pero él era un humano, un ser obviamente más civilizado y superior. Sin dar las gracias, el joven se lanzó a la puerta mencionada.
-¿Vas a dejar que entre al baño así? Creo que no estás siendo responsable- Sentado en la barra un oni de piel color cartón y cabellos verdosos veía la escena.
- Ciertas cosas se aprenden mejor a golpes... ¿Qué crees que le pase?- Contestó el barista.
- Sólo se que si muere... no pienso ayudar a cargar el cuerpo... - El oni claramente molestó dio un trago a la botella de ron que tenía delante.
- Con suerte tenga hambre... y no sea necesario... -
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Dentro del baño el ambiente era muy diferente a lo esperado. La taberna por fuera, y en su parte principal, parecía estar construida con madera, pero el baño claramente tenía tanto en paredes y pisos azulejos que podrían haber sido muy bonitos y vistosos, si no fuera por la suciedad, manchas de fango, papeles sucios y cabello suelto que "adornaban" horriblemente sus superficies. No había al menos un sólo grafiti pero el aroma fuerte a almizcle, gases y humedad era horrible. El joven asqueado miró el manchado espejo que apenas reflejaba su imagen y luego volteó a ver los cubículos desocupados. Los primeros dos lo estaban.... pero el perturbador agujero chamuscado entre ellos denotaba que había clientes que no lo usaban especialmente para hacer sus necesidades. Al menos no las que él tenía en ese momento.
El tercer cubículo estaba cerrado. Supuso que alguien lo estaría utilizando pero un vistazo en la parte de abajo lo hizo ver un charco de agua junto con un viscoso liquido rojizo... Bueno... no es que fuera un lugar elegante... seguro alguien sólo se limpio la sangre de una pelea de bar y obviamente el perro de la barra se negó a limpiarlo... estaba seguro de eso después de ver el cuarto cubículo.
Una inmundicia de escusado que parecía tapado desde hace tiempo. Tenía un olor terrible a la par de grumos que el joven no quiso pensar que podrían haber sido antes. Lo único seguro es que no quería hacer nada ahí. Por fin llegó al último cubículo.
El último escusado era el más extraño... no parecía limpio... pero comparado a los otros, este parecía uno usable. Había algunas manchas de moho en las paredes y varios charcos de agua en el piso pero el retrete se veía perfectamente. Tomó con urgencia un poco de papel de baño y con prisa limpio el asiento, intentando limpiar cualquier exceso de humedad que se veía. No notó una pequeña burbuja que salió del agua.
Sin pensarlo más se abrió el botón del pantalón y desabrochó su cinturón. Con todo y ropa interior tiró hacia abajo y se sentó en el frío asiento de baño. Al fin comenzó a hacer sus necesidades. Aliviado soltó un suspiro, el cuál no duró mucho cuándo sintió algo pegajoso acariciando su parte trasera.
Una serie de gritos de horror retumbaron entre las paredes de azulejo que en algún momento fue azul. Los gritos venían en compañía del sonido de agua alborotada. Hubo lucha, hubieron pedidos de auxilio, y sonidos de succión para después volver a pasar a la calma... pequeñas goteras se escuchaban en la calma del baño.
El hombre perro asomó su cabeza por la puerta.
-Ugh... sigue oliendo a ....- movió su nariz incómodo. -¿Todo bien?- sus ojos pasaron rápidamente por el baño. Todo parecía tranquilo. -En efecto. Una vez más, no tendremos que limpiar nada.