domingo, 1 de octubre de 2023

01/10 Tsundere

 Una de las meseras salió llorando en dirección hacia la salida de atrás. Su frágil figura fue rodeada por un sólo momento por la mirada de sus compañeros y los cocineros que habían sido testigos del regaño que había recibido hace poco. 

- Y le fue bien...- susurró uno de sus compañeros. 

- Yo aún recuerdo cuándo el gerente me regañaba - dijo otro sintiendo el peso del momento y el alivio de ya no ser el acosado novato en el Restaurante Sorriso. 

El causante de las lágrimas no se inmutó un momento. Un señor de cabellos azabache corto y bien peinado acomodó sus pulcrísimas gafas y ajustó nuevamente su corbata color tinto. 

- ¿Y ustedes que ven? Pónganse a trabajar - Refunfuñó. Al momento todos volvieron a sus tareas. Tan ocupados estaban que ninguno parecería que aún pensara en el asunto. Menos aún ninguno se dirigió a ver cómo estaba la chica nueva. - Trevor! - Llamó aún molesto. Y a su llamado un chef de enorme altura y masa muscular, pero con rasgos suaves y piel apiñonada se acercó. 

- A tus ordenes - Exclamo con una voz grave, monótona, algo cansada y suave. 

- Si las chicas de parrilla no pueden hacer las cosas al tiempo encárgate tú - Dijo molesto. El chef se acercó y respondió suavemente con una voz que sólo su jefe podría escuchar. 

-Si tanto te preocupa la chica nueva... podrías ir tú mismo a ver cómo está, en vez de mandar a sus compañeras - 

-Calla y haz lo que digo... - la cara del gerente se volvió tomate un segundo sólo el enorme cocinero pudo apreciar ese detalle y no pudo más que mostrar una cálida sonrisa. El hombre de piel aceituna se acercó a las chicas de la parrilla y soltó

- Vayan con Noa, necesita un poco de consuelo- Las chicas se fueron agradecidas y sonrientes. Que guapo era Montagno y que amable era. Siempre venía al rescate de los nuevos y ayudaba a todos a hacer su trabajo correctamente. Claro que él se guardaba que quien realmente era amable era su jefe Viso. el cuál siempre lo mandaba a hacer recados y apoyos para todo el que lo necesitara. 

Nadie tiene que enterarse. Era lo que repetía continuamente el de lentes. Aunque también decía eso cuándo lo tenía entre sus brazos. Cuando sus cuerpos se volvían uno y las manos de Viso arañaban sin control las sábanas y espalda de Montagno. Y para el gigante era suficiente. Al final esa sonrisa, esos sonrojos y la dulzura eran sólo para él... 

- Pon atención que se te quema la carne! - Le recriminó de nuevo su amante mientras seguía ejecutando la supervisión de la cocina....

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