Todo mundo sabe que una casa tan grande no se puede manejar sin ocupantes, es un lugar muy grande para vivir en soledad y Heine lo sabía. Hacía mucho tiempo, había tanta gente que pensaba que no cabría y era tiempo de poblarla de nuevo. Había que invocar a todos los que solían vivir ahí... y quizás reclutar más gente. Mientras más mejor...
Golpeo su pipa contra su mano y en un segundo apareció un pequeño recipiente color amarillo en su mano. Al abrirlo, dentro había un polvo de color blanco, que cualquier enfermo de mente confundiría con cocaína, sin embargo, todos los que aún gozan de imaginación verían el azúcar que las madres espolvorean en los brownies, justo cuando terminan de cocinarse. La lanzó al aire y con un movimiento de su pipa comenzó a dirigir las mariposas que salían de ella, las cuáles se espolvorearon en el azúcar, hasta adquirir un color crema. Las mariposas danzaban en todos los sentidos, y sin que nadie lo notara empezaron a multiplicarse.
Un aleteo más grande llenó la habitación y el lugar se llenó de una luz color brillante color mantequilla. Inesperadamente todas las mariposas comenzaron a concentrarse en un solo lugar y soltaron un resplandor cegador.
-Despierta, llevas mucho tiempo dormido. Timidez y dulzura, bondad sin cordura, regresa a la vida joven demonio de la inocencia.- Heine sonrió. Al terminar el resplandor, de donde se concentraron las mariposas quedó el rastro de un niño, cuya piel era tan blanca que se asemejaba al azúcar que se espolvoreo para invocarle. Tenía un rostro totalmente angelical, y unos ojos amarillos llenos de cariño y timidez. Lo único que no concordaba era un pequeño par de orejas de conejo de color amarillas y una cola esponjosa del mismo color rubio del muchacho.
-Wi...William reportándose- saludó cuál si fuese soldado pero con una torpeza afín a lo infantil de su cuerpo. El joven fue creado como demonio por el dueño anterior del castillo, un reflejo de que no todo lo bueno tiene que ser esencialmente bueno. De temperamento gentil y dulce, William tenía sólo tres especialidades en magia: fortalecer, proteger y regenerar. A diferencia de Heine, su elemento era la tierra y suele tener enorme paciencia para cualquier actividad lo que lo hace presa fácil de tretas y artimañas.
- Creí que no volveríamos...- Murmuró el conejo de manera suave...
- Necesitamos toda la ayuda posible para seguir en el juego...- le contestó el ave mientras le limpiaba los sobrantes de azúcar de su traje
- Pues si pero... ¿has cambiado de género de nuevo?- Preguntó el conejo en detallada atención al pecho del ave.
- ¿Realmente importa eso?- Heine suspiro y le tomó de la mano. Vamos es tiempo de regresar a los otros 2...
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