lunes, 29 de mayo de 2023

La Karen danzante ~

Érase una vez, unos zapatos encantados que despertaron al rugoso toque de la mano de un vagabundo. En el momento que tuvieron consciencia sólo pudieron pensar en lo enamorados que estaban de su dueña. Sentir sus suaves medias y el calor de sus pies le dieron paz y claramente podía sentir que su dueña también los amaba. 
Tan contentos se pusieron que danzaron de la emoción. Danzaron durante tres cuadras, olvidando que su dueña acababa de salir de la iglesia. No pararon hasta sentir que dejaron de tocar el piso... un enorme bravucón había levantado a su usuaria y los metió en una pequeña carroza con una anciana de mal humor. 
La anciana comenzó a regañar a su amada por lo que los zapatos respondieron con un par de pisotones a la vieja... eso le enseñaría... pero el regaño sólo empeoró. Su querida niña sólo lloraba asustada y ansiosa. 
Tanto se desconcertaron los zapatos que no se dieron cuenta en el momento en que llegaron a una casa dónde la chica se quitaría el calzado y los dejaría dentro de su armario... por muchos meses.... 
Solos... y asustados los zapatos podían escuchar todo lo que ocurría a su alrededor. Escuchaba los murmullos de su amada... de cuánto le gustaba su color carmín... de lo asustada que estaba de volvérselos a poner, la anciana le decía que usara negros... los negros...
"Quisiéramos destruir esos zapatos negros... nosotros sólo la necesitamos a ella, ella sólo nos necesita a nosotros."
El día que por fin los sacaron del closet vieron a su amada modelando un precioso vestido y emocionados supieron que irían a un baile. Al llegar ahí, no pudieron dejar de emocionarse y comenzaron a danzar. Primero fue muy divertido pero pronto sintieron que la chica quería irse ya... no...no podían.... no de nuevo... volverían a la oscuridad del closet... volverían a estar solos... solos, solos... no...no de nuevo. 
Los zapatos en un impulso continuaron danzando fuera de la fiesta. Su dueña lloró y gritó. Intentó varias veces sacarlos, pero esta vez no lo iban a permitir. Danzaron durante días y noches, castigaron a su dueña por seguir intentando de deshacerse de ellos. Pasaron por ciénegas, y espinas y siguieron bailando. La chica lloraba y visitó la casa de un misterioso grandulón con hacha...
Los zapatos siguieron bailando sintiendo los pies pero ya no el peso de su amada... ¿Los necesitaba no? ¿Volvería, no? Los zapatos se quedaron danzando cerca esperando ver a su dueña.... pero ella nunca volvió... Con el tiempo sus pies se descompusieron y sólo quedaron huesos... al convencerse de que no volverían... los zapatos pararon. 
Pasaron los años y los zapatos jamás se deterioraron, pero fueron encontrados por un mercader que al ver los huesos dentro de los pies, los vendió cómo zapatos malditos. Los zapatos pasaron de dueño en dueño hasta que llegaron cómo herencia a una chica llamada Karen. 
Karen fue acosada toda su vida y después de la muerte de sus padres, unos excéntricos seguidores de lo oculto, la tenían tachada cómo una niña maldita... lo poco que le daba alegría era bailar... pero sentía que no lo hacía tan bien... 
Fue un fresco día de primavera cuándo Karen encontró los zapatos que sus padres habían comprado por estar malditos. Unos bellos zapatos de charol rojo. La niña se los puso y danzó con ellos todo el día... Estaba tan feliz que ni se los intentó quitar en la noche que cayó agotada en su cama. Era extraño, de vez en cuándo sentía que los zapatos corregían sus pasos y los hacían más bellos y elegantes. 
Los días pasaron y Karen amaba tanto sus zapatos rojos que a veces iba a la escuela con ellos o dormía con ellos. Los pequeños tirones que los zapatos le daban la hacían sentir que tenía un entrenador al bailar, un guardián al detenerla cuándo había peligros en el camino, y un amigo cuándo se sentía sola. 
Con el tiempo Karen se convirtió en una bailarina. Mucha gente envidiaba lo talentosa que era y lo inhumano de algunos de sus pasos. 
Karen y los zapatos fueron inseparables pero esta vez fue la decisión de dos almas solitarias el acompañarse hasta el final...



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