sábado, 28 de enero de 2023

Paranoia Justificada

 Érase una vez un guerrero y un mago que habían entrado a una cueva de misterios para buscar tesoros y reputación. Al guerrero le había tomado mucho tiempo convencer al mago en ir de aventuras, pues el mago tenía un serio problema de terror a los mimics. 

- Es el quinto tesoro que no abrimos - Comentó frustrado el guerrero
- Podría ser un mimic - El sonido de la voz del mago retumbó llena de preocupación en la caverna 
- Me tienes ya harto con eso, nos hemos enfrentado a criaturas más grande y terribles. Podrías hasta abrirlos con magia o estallar sus maderas...  
- Pero entonces el mimic atacaría. - Simplemente no valía discutir con él...- Los mimics son monstruos muy inteligentes! Saben sobre nuestra codicia y lo bajo que caeríamos por dinero. Me dan náuseas de sólo pensarlo. - El mago soltó una arcada y el guerrero lo empujó.  
- No seas desagradable se acerca la hora de comer y no quiero arruines mi apetito. -

- ¿Comer? si lo que quiero yo es sacarlo todo - El mago se llevó las manos a la boca para cubrir las nauseas. Por suerte para ambos se toparon con una pequeña letrina dónde el mago entró para sacar sus preocupaciones. - Que suerte tengo de haber encontrado una letrina aquí, aunque huele desagradable... Un momento... ¿Desde cuándo hay letrinas en cuevas?  


La pequeña letrina sólo pudo reírse mientras comenzaba a digerir al asustado mago... ¿Verdad o fantasía? al final es sólo una historia.



El baño

Érase una vez, en un pueblo sin nombre, un joven que corría entre los callejones que se hacían entre las casas. Se le miraba alterado, los o...